Sospecho que el día que te conocí, fue el día en el que morí.
Todo fue tan irreal. Tan confuso.
Fue una levitación aguda hacia el frenesí.
Mis recuerdos están distorsionados. La mitad son míos y el resto de la tv.
Las caricias que perduran ya no estimulan.
Los besos interminables acabaron hace mucho tiempo.
Quiero levantarme de esta tumba. Quiero buscarte. Quiero encontrarte.
Pero mis huesos se están deshaciendo.
Pesado letargo hacia el polvo.
Todo fue tan irreal. Tan confuso.
Fue una levitación aguda hacia el frenesí.
Mis recuerdos están distorsionados. La mitad son míos y el resto de la tv.
Las caricias que perduran ya no estimulan.
Los besos interminables acabaron hace mucho tiempo.
Quiero levantarme de esta tumba. Quiero buscarte. Quiero encontrarte.
Pero mis huesos se están deshaciendo.
Pesado letargo hacia el polvo.
No puedo. No puedo.
Y en esta inmovilidad agobiante, te vuelvo a sentir, a presentir.
El calor me envuelve. Me aturde. Me confunde.
No sé que recuerdo elegir.
Se desmaya mi inconsciencia. Y te abrazo a la distancia.
Moribunda aquí yace mi alma.
Moribunda se pudre mi mente.
Pero tu cara está intacta en mis ojos.
Tu primera presencia ante mi. Tus ojos inquietos. Tu boca curiosa.
La tierra salpica mis últimos suspiros.
Me apago lentamente. Un poco más.
Te tengo conmigo. A mi manera.
Así me conformo. Muerta pero con vos. Con tu recuerdo intangible.
Triste pero extrañamente placentero.
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